Antonio Campana
(1933-2008)
Antonio Campana nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires.
Hijo de inmigrantes italianos llegados al país en 1930, curso hasta 6to grado de escuela primaria la cual debió abandonar, por cuestiones laborales.
A los 13 años comienza a trabajar como cadete en el Centro de Almaceneros de la Capital Federal y luego pasa a ocupar un lugar como mecanógrafo en esta institución. Los conocimientos de la lengua italiana lo ayudaron a crecer, ya que los directivos de dicha organización eran de esa nacionalidad.
Mientras tanto los fines de semana y en los tiempos libres crea una fábrica de cepillos, que manufactura en forma artesanal en su casa natal. También intercalaba dicha actividad con un reparto de leche que ellos mismos producían, junto a su familia.
Se recibió de dactilógrafo en las Academias Pitman, en 1948, y perfeccionó la lengua italiana. Paralelamente comenzó la carrera de mecánico dental, la cual abandonó casi al finalizar la misma, por razones de trabajo y tiempo.
Sus padres, como buenos inmigrantes, inculcaron la cultura del trabajo y el esfuerzo en Antonio, y su empuje natural lo motivaban para seguir siempre adelante. Con el tiempo su actividad comercial fue creciendo, agregando algunos comestibles y artículos de limpieza a su emprendimiento comercial.
Con un gran conocimiento y experiencia, a los 23 años fundó el primer autoservicio de comestibles mayoristas del país. En el mismo año conoce a Liliana, de nacionalidad italiana, la mujer que lo acompaño, a la par, en todos sus proyectos, hasta sus últimos días.
A los 25 años se casó y tuvieron 3 hijos.
Siempre en la búsqueda de nuevos horizontes y ya establecido como un gran almacén mayorista de comestibles y supermercados, sigue desarrollando sus actividades en la provincia de Mendoza, comenzando a fabricar su propia línea de conservas enlatadas producidas en propias fincas.
Pasó muchos años de su vida trabajando sin descanso, durmiendo sólo 6 horas diarias. Su tenacidad, memoria, fuerza de voluntad y el amor por el trabajo, seguramente fueron la clave de su éxito comercial.
A los 50 años padece su primer cáncer de amígdalas, que genera un cambio muy brusco en su vida.
Era muy intenso su ritmo de trabajo y actividades, necesitaba seguir poniendo esas ganas de vivir en algún otro lado. Querer pasar el tiempo para saber si estaba curado, motivo a poner toda su energía en un campo adquirido como una inversión en 1976. El mismo había sido expropiado por el CEAMSE poco tiempo después y tras una dura lucha judicial, finalmente recuperado en la misma fecha de su problemas de salud.
Todo coincidió con la mano y el milagro de Dios a comenzar a desarrollar su sueño, una nueva historia en su libro: Campanopolis, una aldea mágica, sin duda alguna una locura que prolongo su vida mas de 25 años.